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MARTÍN OGANDO MONTESANO

Nieto restituido por las Abuelas de Plaza de Mayo

Martín nació el 5 de diciembre de 1976 en el centro clandestino de detención llamado Pozo de Banfield, en la provincia de Buenos Aires. Su madre fue Stella Maris Montesano, una joven platense de 27 años, quien tenía ocho meses de embarazo al momento de su secuestro. Y su padre fue Jorge Oscar Ogando, de 29, oriundo de Torquinst. La pareja tenía una hija llamada Virginia, de 3 años, que quedó al cuidado de su familia paterna.

Desde el comienzo Martín fue buscado intensamente por su abuela Delia Giovanola de Califano, una de las doce fundadoras Abuelas de Plaza de Mayo. En paralelo, Abuelas recibió tres denuncias anónimas, entre 2006 y 2008, sobre un joven que había sido inscripto como hijo propio aunque en su entorno circulaba el rumor sobre su nacimiento en un centro clandestino de detención. Ese muchacho terminaría siendo Martín.

Pese a que estaba inscripto como hijo propio por el matrimonio que lo crió, él comenzó a tener dudas sobre su origen y cuando sus padres de crianza murieron se acercó a Abuelas de Plaza de Mayo con “fuertes sospechas de ser hijo de desaparecidos”.

Ya era marzo de 2015.

Tras relatar su historia fue contactado por personal de la CoNaDI y el 15 de mayo de ese mismo año se le tomó la muestra de sangre. Este análisis se hizo a través del consulado argentino, ya que Martín vivía hacía más de una década en los Estados Unidos. El 5 de noviembre recibió la noticia que cambiaría su vida: era hijo de desaparecidos y se convertía así en el nieto restituido número 118.

 

"Cuando pasaron los meses y sabíamos que el bebé ya debía haber nacido, empezamos a averiguar dónde podría estar. Les pedíamos noticias a las autoridades, pero no nos daban respuesta. Entonces nos juntamos con otras once señoras que tenían hijas o nueras que estaban embarazadas cuando las secuestraron, para organizar la búsqueda. Así nacimos las Abuelas de Plaza de Mayo", Delia Giovanola, abuela de Martín.

 

 

LA HISTORIA DE MARTÍN

Tuve una infancia y una adolescencia muy lindas. Mis padres de crianza me dieron todo, me trataron muy bien y desde siempre me contaron que había sido adoptado. En realidad no me adoptaron de forma legal sino que pagaron por mí cuando era un bebito de días. Ellos no podían tener hijos y se enteraron de que en una clínica de Wilde podían conseguirles un bebé a cambio de dinero.

¿Cuándo empezaste a sentir inquietudes sobre tu origen?

Como era adoptado, siempre necesité saber de dónde venía. Son las dudas sobre las raíces que puede tener cualquier persona.

¿Cuáles fueron los primeros indicios de que podías ser hijo de desaparecidos?

Por la fecha de mi nacimiento muchas veces hablamos con mi padre de crianza, Armando, de que yo podía ser hijo de desaparecidos. Él no lo sabía a ciencia cierta, pero lo sospechaba. Yo no quise hacerme el análisis mientras ellos estuvieron vivos porque siempre me trataron bien y no quería que pasaran por eso.

En marzo de 2015 falleció Armando y entonces Martín decidió acercarse a Abuelas en lo que se llama una “presentación espontánea”. Les contó su historia de vida y les mostró la partida de nacimiento. Luego de un tiempo de estudio del caso, se le pidió que concurriera al Consulado Argentino para realizar ahí la toma de la muestra sanguínea para el análisis. “Y unos seis meses después, cuando yo pensaba que iba a dar todo negativo, me llamaron y me dijeron que había dado positivo”, describió.

¿Cómo fue ese momento?

Me empezaron a hablar de mi familia, mi padre Jorge y mi madre Estela, y también me contaron que tengo una abuela, Delia, que es una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. Así fui conociendo de a poco toda mi historia y fue muy fuerte.

Así recuperaste tu identidad.

Sí. En realidad esto ocurrió a fines de 2015 y aún estoy en el proceso del cambio que conlleva. Todo toma su tiempo y no es fácil. Pero igual estoy muy contento de saber quiénes fueron mis padres verdaderos y sigo recabando información sobre ellos y todo lo que pasaron. Fue muy lindo haberme encontrado con una persona tan buena y tan especial como es mi abuela Delia.

 

EL REENCUENTRO CON LA FAMILIA

El primer contacto fue telefónico, por la distancia que había: recibí el llamado de Claudia Carlotto, presidenta de la Conadi. Ella me contó toda mi historia y yo pedí hablar con mi abuela, que estaba ahí presente.

¿Y cómo fue ese encuentro tan anhelado?

Mi abuela se puso loca de contenta, gritaba de emoción. Desde entonces nosotros charlamos casi todos los días por teléfono. Tenemos una relación muy linda y muy cercana. Todas nuestras primeras comunicaciones fueron vía Skype, incluso por la computadora nos vimos las caras por primera vez. Así fue como ella conoció a mis hijas y yo a mi tía Lili, la hermana melliza de mi mamá. Para mí fue muy importante haberla conocido, porque es lo más cercano que tuve a mi mamá. Era una persona maravillosa. El hijo de ella, mi primo Juanjo, vive en España y es un amor de persona. He tenido mucha suerte con toda mi nueva familia.

Stella Maris Montesano nació en La Plata el 3 de septiembre de 1949 y, como tenía una hermana melliza, su apodo era "La Melli". Jorge nació el 28 de noviembre de 1947 en Tornquist, provincia de Buenos Aires, y lo llamaban "Cogo". Los secuestraron en el mismo operativo en su propia casa, el 16 de octubre de 1976. De acuerdo a los testigos, Jorge estuvo detenido en el CCD "Pozo de Banfield" al igual que Stella Maris quien, tras el parto, fue llevada al CCD "Pozo de Quilmes". Ambos continúan desaparecidos.

¿De qué modo fuiste conociendo la historia de tus padres?

Hoy por hoy sigo averiguando cómo fueron ellos. No tengo claro si eran militantes o no, porque mi abuela Delia mi tía Lili me dijeron que no, pero mi hermana Vicky afirmaba que pertenecieron al PRT. También se cuenta que los fueron a buscar por un primo de mi papá al que habían agarrado unos días antes y otros piensan que pudo haber sido por un muchacho al que mis padres le alquilaban una habitación en La Plata, quien aparentemente sí tenía una militancia fuerte.

Cuatro años antes de que Martín fuera encontrado, su hermana Virginia se quitó la vida a los 38 años. Fue el 16 de agosto de 2011 en la ciudad de Mar del Plata. Hoy su abuela Delia lucha para que los hijos que dejó conozcan a su tío.

¿Cuándo supiste sobre el desenlace de la vida de tu hermana? ¿Solés hablar de ella con tu abuela?

Me resulta difícil hablar de Vicky, me hubiese encantado conocerla y compartir nuestras vidas. La familia, los amigos y todo el mundo me habla bien de ella. Me dicen que era un ser espectacular, llena de luz, divina. Sé que se la pasaba haciendo un montón de cosas para buscarme. Ella formaba parte de la agrupación HIJOS y también acompañaba a mi abuela. Pero lamentablemente pasó lo que pasó... Y eso es un parte muy dura que me toca aceptar, porque la verdad es que me gustaría mucho haberla conocido. Es un capítulo muy triste y me pone muy mal hablar del tema.

En abril de 2016, Martín fue un invitado especial en la actividad del Programa Educación y Memoria de la Ciudad de Buenos Aires en conmemoración al Día del Coraje Civil. Fue la primera actividad pública compartida por el nieto y su abuela. Concurrieron a un acto de la Comuna 15 del que participaron docentes y organizaciones barriales, culturales y sociales de los barrios de Paternal, Almagro, Caballito y Villa Crespo para homenajear a las valientes mujeres que dieron la primera ronda de las Madres de Plaza de Mayo alrededor de la Pirámide el 30 de abril de 1977. “La abuela Delia es una persona entrañablemente adorable”, manifestó Martín. Como reside en el exterior, en otras oportunidades ha participado de actividades educativas del Programa a través de mensajes grabados que, por su enorme calidez, conmovieron a todos los presentes.

¿Qué reflexión tenés sobre la determinación de las Abuelas al salir a buscar a los nietos que habían sido secuestrados en plena dictadura?

Por las Abuelas de Plaza de Mayo siento gran admiración. Son increíbles la fuerza y la valentía que tuvieron esas mujeres que, en plena dictadura, salieron a reclamar por sus hijos y sus nietos. Hacer todas las rondas con los militares alrededor, con esas armas largas a su lado... Para peor había desaparecido una de ellas, Azucena Villaflor, pero continuaron; siguieron y siguieron con los años, hasta hoy.

¿Qué pensás de que Delia haya sido una de las 12 fundadoras?

Creo que habla muy bien de ella y a mí me llena de orgullo. Apenas se llevaron a mi papá y a mi mamá, ella se empezó a mover. Primero los buscó como pudo y presentó habeas corpus. Después empezó a ir a la Plaza de Mayo y fue ahí cuando otra señora preguntó quiénes tenían una hija o nuera embarazada que hubiera sido secuestrada. Entonces ella y otras mujeres salieron de la fila y ahí nomás empezó lo que sería la fundación de Abuelas de Plaza de Mayo. Y ya lleva 41 años de trabajo.

 

MARTÍN HOY

Vive en Miami, Estados Unidos, donde cría sus hijas de 13 y 9 años.

¿Cómo les transmitís todo esto a tus nenas?

Siempre les hablo de mi abuela, de la historia de mis padres y de mi nueva identidad, por así decirlo. Desde luego que lo hago cuidándolas mucho, porque esta historia no es para nada linda, sino que tiene un montón de cosas oscuras y feas... desaparición, tortura, muerte. Entonces trato de pensar bien cada palabra que les digo. Y si bien han hecho viajes a la Argentina, ellas nacieron en los Estados Unidos y viven ahí, por eso no están tan empapadas en el tema como otros chicos que viven y van a la escuela acá. Pero aun así siempre les estoy contando y mostrándoles fotos de mi abuela, de mis padres, de mi hermana y ellas los tienen presentes.

¿Cuál es tu mirada sobre el tratamiento de las temáticas de Derechos Humanos en las escuelas a través de programas como Educación y Memoria?

El hecho de que se transmita todo en las escuelas me parece súper, porque un país que no tiene memoria, que no aprende de los errores del pasado, está condenado al fracaso. Por eso pienso que está muy bien que se trabaje así y los chicos tengan fresco todo lo que malo que ocurrió en la historia, para que no vuelva a pasar.

 

PALABRAS FINALES

Hace poco charlaba con mi abuela sobre su participación en una protesta que se hacía en el Congreso en la cual vi, una vez más, a una inmensa cantidad de gente ovacionándolas. Y ella me dijo: “Pensar que cuando empezamos a ir a Plaza de Mayo éramos apenas cinco o seis abuelas, a la otra semana se sumaron otras diez y después otras 30, hasta que fuimos un montón. Pero al principio éramos muy poquitas”. Lo que ellas hicieron fue algo único en el mundo.

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